De profesores y maestros...
La semana pasada comenzaron de nuevo las clases, lo cual no suele ser una gran alegría...
Pero cual fue mi sorpresa cuando, el miércoles, tras conocer a una entrañable profesora que se sentaba a nuestra misma altura y que opinaba que el mundo sería mejor si todos nos diésemos más abrazos y besos, llegó a mi clase el mejor profesor del mundo.
Esta última afirmación no tiene discusión, cualquiera que estuviera en esa primera clase pensaría lo mismo.
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Se llama Juan Miguel, tiene unos 50 años y un acento catalán que no puede esconder, el pelo muy repeinado hacia atrás y unas orejillas muy graciosas. Lo que sucedió entre él y las 50 personas que había en clase fue algo imposible de definir.
La clase magistral que nos dio no dejó indiferente a nadie. En dos horas nadie se movió de su silla, es más, aún después de esas dos horas nos costó hacerlo.
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Todo comenzó cuando asomó la cabeza y se aseguró de que era su clase. Tras esto, comenzó a dar la mano a todos y cada uno de los alumnos con una agradable sonrisa y un: buenos días, qué tal? encantado, ante la cara de desconfianza y confusión todos.
Cuando todo el mundo, callado y sentado, miraba espectante a ese curioso hombrecillo, empezó su clase. Como primeras impresiones: Vaya... parece interesante... un hombre agradable... poco a poco y con todo nuestra atención puesta en él nos explico lo relevante de lo que venía a enseñarnos, la importancia de tener principios, y cuales eran los suyos.
A partir de aquí y casi sin quererlo, cuando ya se había ganado nuestra simpatía, empezaron a sucederse una serie de historias y anécdotas que llenaron lo que quedaba de clase. Lágrimas por nuestra parte, y emoción por la suya, aunque intentaba evitarlas.
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No voy a contar todo lo que nos dijo porque, además de que no puedo hacerlo como él y pierde mucho a través de cualquier otra persona, sería realmente largo... (además de que he contado la historia a todo el que me he encontrado desde entonces... jeje, pero vamos, que si alguien está interesado se lo cuento encantada... :D)
Sólo digo que fue la clase más motivante (y no sólo para mi) que nos han dado nunca, que nos hizo salir de allí de forma diferente a la que entramos, que nadie se quedó indiferente... Abrazos y besos entre nosotros hubo más que nunca.
Desde entonces tengo una extraña sensación de tranquilidad y de cierta felicidad, de que las cosas pueden ir bien.
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La clase ya no es igual...
Y todos esperamos con la mano extendida a que llegue nuestro MAESTRO.
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Y la de cosas que quiero escribir más...